Profe… ¿para qué sirve la educación plástica?
Entre los
meses de febrero y marzo de este año estuve realizando las prácticas de
profesor de secundaria en uno de los institutos de mi localidad y estaba
deseando que me formularan esa pregunta o una parecida. De la cabecita de uno
de los jóvenes de 1º de ESO surgió una confirmación que tenía bien firme: “A mí esto no me gusta, no voy a ser artista”.
Sinceramente, tenía ganas de escuchar comentarios similares a esos ya que por
razones como esa estaba allí, para hacer de profeta de la causa y convencer a
los escépticos. No quería mostrar una postura dogmática, pero sí realista de la
condición en la que vivimos hoy en día. Hace falta ingenio, pensamiento crítico
y sobre todo, innovación y creatividad. De eso tenía que informar.
Resulta que
aquel muchacho era uno de los que te escuchan, al menos no te miran con cara de
“¿Qué me estás contando, tío?” y
aunque no era muy atento en clase, siempre en las últimas filas y distraído,
sentía que era buen chaval y escuchaba las charlas de tú a tú. “Vamos a ver, no estamos pidiendo que de
aquí salgan pintores y escultores. Si salen, fenomenal, pero estamos extrayendo
vuestro espíritu más creativo, aquel que con el que sin duda disfrutáis, con el
que os identificáis, con el que mostréis aquello que tenéis en vuestro interior”.
Efectivamente, luego, si desean ya serán artistas, pero de momento pedimos
que usen el hemisferio derecho del cerebro.
Luego surge la
pregunta: “¿Y para qué voy a utilizar
todo esto cuando sea mayor?”. Esa ya es más complicada de contestar, pero
le pongo una situación que veo aceptable: “Imagina
que eliges ser mecánico y montas un taller de coches. ¿Vas a hacer el mismo
modelo de negocio de toda la vida, con cuatro o cinco clientes habituales del
barrio, o vas a innovar para atraer a tantos como puedas, incluso de otros
distritos de la ciudad? Imagino que querrás hacer algo nuevo, algo de lo que la
gente hable, que prolifere como lo ha hecho el negocio de Starbucks. Eso se
consigue con creatividad, innovando, arriesgándose a romper con lo caduco.
Pensarás en el color corporativo, en la decoración, en el logotipo, en el
eslogan publicitario, en el modo de atender y los clientes y su fidelización… Sobre
todo, en fórmulas novedosas que no vas a aprender en una clase de matemáticas,
sino en una de dibujo”.
¿Pero de
verdad se está dejando que los alumnos sean creativos? Muy pocas veces, a mi
consideración. He visto a chicos y chicas hacer numerosos ejercicios de trazar
líneas y puntos que no llegan a ningún lado. Si el objetivo es que desarrollen
un correcto pulso, una pulcritud e higiene de trabajo, perfecto. Por todo lo
demás, no he visto creatividad por ninguna parte. De vez en cuando aparece
alguno de los alumnos y te dice: “¿Puedo
hacer las líneas en diagonal en vez de horizontales?” Eso me descoloca, no
sé qué contestar. Ojalá que sí. Pregunto al tutor y me lo confirma, que es
bueno que se hayan salido de las reglas. “¡Gracias!
Por fin un muchacho o muchacha que realiza una alternativa”. Creatividad.
Eso me alegra. Si el enunciado dice: Rellena
con líneas horizontales el siguiente dibujo. ¿Porqué no va a salirse de lo
establecido y trazar diagonales si él piensa que con ello va a adquirir una
expresión diferente? Al fin y al cabo no es lo mismo que averiguar X en la
expresión X+2=3 donde X vale 1, sí o sí y sin discusión en la respuesta.
¿Acabo de
afirmar que romper las reglas está bien? Sí, lo he hecho. Pero con ello no
quiero decir que haya que romper con todo. Si se tiene que cumplir con el
curriculum oficial, ¿porqué no adaptarlo de manera que hagamos las clases de
educación plástica algo más motivadoras, experimentales y divertidas? Bastante tenemos
con que los gobiernos castigan a los departamentos de dibujo con menos horas lectivas
cada legislatura que pasa, como para que nosotros como docentes tampoco
innovemos. Expliquemos la realidad a nuestros alumnos, expongamos para qué
sirve la educación plástica. Hablemos de las mejores empresas que ellos
conocen: Google, Facebook, Apple… Sus
fundadores son visionarios, creativos, gente despierta que valoró la educación plástica
como se hace con el lenguaje y las matemáticas.
Una muchacha
de 3º de ESO con una visión espacial notablemente buena (a pesar de que habían
muchas carencias en el grupo en general), realizando un examen de vistas de
piezas y figuras en sistema axonométrico, me entrega la ficha al completo y me
pregunta: “¿De qué sirve todo esto de las
figuras en el espacio?” Se me ocurren mil respuestas, pero igual, por mi
situación actual de demandante de empleo, le respondo la que más sentía en
aquel instante: “Imagina que en un futuro
quieres trabajar en una empresa que tiene una demanda de empleo considerable,
de estas en las que se ofrecen 100.000 personas para 100 plazas. (No exagero,
las hay). Te van a sentar en una mesa y te van a poner un examen como éste que
te acaban de poner, pero que va a permitir que pases a la siguiente fase o que
te rechacen definitivamente. Querrán medir tu inteligencia espacial y si no la
has desarrollado durante la etapa escolar, perderás tus oportunidades de pasar
a la siguiente fase”. Ella me mira sorprendida, normal, tiene 14 años y no
piensa de momento en esas situaciones futuras, pero ya lo hará y se acordará de
mis palabras. No quiero ser pragmático, pero a día de hoy, tienes que ser
creativo y tener visión espacial por requerimiento laboral. Es lo que se
demanda. Al menos, hacerlo porque te lo piden, aunque siempre es más
satisfactorio que salga de uno mismo.
Todos, como
docentes tenemos un motivo por el que convencer a los estudiantes de que las
artes plásticas no son banales. La clase de dibujo no es esa asignatura en la
que estar 50 minutos y salir de ella como si hubiesen estado en el recreo,
descansando. Se necesita que se aporte algo, que influya un mínimo en esas
cabecitas desmotivadas propias de la adolescencia. Ese motivo puede ser
cualquiera de los que tengamos en nuestra manera de ver el mundo que nos rodea,
puede ser vocacional o práctico, pero sobre todo que produzca un mínimo de
reflexión en los alumnos. Tengo una respuesta para vosotros, alumnos:
La educación plástica y la creatividad sirven
para construir el futuro.
Autor: David González Molina
Es una muy buena reflexión. Algunos de mis alumnos me llegaron a decir que Plástica era lo peor que les había pasado en la vida. La detestaban, a pesar de querer ser algo que está íntimamente ligado, como es ser tatuador. ¿Cómo vas a serlo si no sabes dar profundidad ni volumen a un dibujo, si no entiendes de proporciones ni composición? Y así con muchas otras cosas. Estamos envueltos en un mundo lleno de imágenes informativas, tantas, que miles de veces pasamos al lado de ellas y ni las miramos porque ya estamos como inmunizados. Sin embargo, muy pocas personas son capaces de ver más allá de la imagen, de que sea bonita o fea. Pocos son capaces de ver la crítica, el mensaje oculto que hay en ella, de diferenciar lo que es propaganda de lo que es una imagen que invite a la reflexión. Para eso y mil cosas más sirve la Plástica, pero muy pocos lo ven así...
ResponderEliminarNunca deja de sorprenderme la sociedad.¿Alguien que quiere ser tatuador y no le gusta la Educación Plástica? ¿Lo próximo que va a ser, médicos que detestan el cuerpo humano, músicos que solo disfrutan del Reggaeton, marineros que tienen miedo al mar...?
EliminarDavid, eres un filósofo de la vida... Serás un gran profesor!!!
ResponderEliminarTengo que decir amigo...que les respondiste muy pero que muy bien! a mí también me hicieron esas preguntas los alumnos e incluso amigos míos me las hacen y tienes toda la razón en que es nuestro deber como docentes en el área de Dibujo, hacer que las demás personas comprendan que es fundamental que desarrollemos como personas el hemisferio derecho del cerebro, que encuentren la utilidad, porque como tú dices en el futuro van a necesitar muchas de estas cosas que ahora no le ven utilidad.
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